jueves, 30 de junio de 2011

VIDA SANA, ¿A QUÉ PRECIO?.

Hoy en día, cada vez se apuesta más por una vida sana, con una dieta baja en grasas, sin tabaco ni alcohol, ejercicio físico, etc… pero, el exceso de preocupación sobre lo que es o no saludable, puede llevarnos a imponernos unas normas demasiado estrictas para conseguir unos objetivos que puede que no sean tan saludables. Hacer demasiado ejercicio físico o dietas sin supervisión por parte de un endocrino o nutricionista, que además de bajas en calorías lo son  en otros nutrientes, pueden llevarnos a la desnutrición y el agotamiento físico y psicológico.
Llevar un estilo de vida saludable, es también llevar una dieta variada, disfrutar de pequeños placeres como cenar fuera de casa, dar un paseo tranquilo en bicicleta sin pulsómetro o pasear sin preocuparnos por cuantas calorías estamos quemando.

Cada vez hay más personas que acaban obsesionándose por comer sólo productos sanos y esto puede llevarles a desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria como la ortorexia. Las personas con este tipo de trastorno tienen obsesión por la comida sana y dicha obsesión, les obliga a seguir una dieta que excluye la carne, las grasas, los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas y las sustancias artificiales que pueden dañar el organismo. Suelen ser tan estrictos, que incluso se sienten culpables cuando lo incumplen y se castigan con dietas y ayunos aún más rígidos, lo que puede acarrear anemia, carencias vitamínicas o de oligoelementos y falta de energía.

Cuando queremos bajar unos kilitos que nos sobran o empezar a llevar una vida saludable, debemos recurrir a fuentes de información fiables como lo son médicos, psicólogos, endocrinos o nutricionistas. Estos nos ayudarán a incorporar hábitos saludables, dándonos pautas que tengan en cuenta nuestras necesidades y ritmo de vida, ya que hay que tener en cuenta que cada persona es ella y sus circunstancias.

Marisa Hernández Torrijo. Psicóloga.
Para revista “Psychologies”. 
Artículo completo, dossier Julio  2011.

miércoles, 15 de junio de 2011

MENTIRAS

Mentir es algo que va unido a la autoestima. Se ha descubierto que en cuanto la gente siente que su autoestima está amenazada, comienzan a mentir a un nivel mayor.
No todas las mentiras son dañinas. De hecho, algunas veces mentir es la mejor estrategia para proteger nuestra intimidad de la maldad de otros.

Los hombres no mienten más que las mujeres, pero tienden a mentir para sentirse mejor con ellos mismos, mientras que las mujeres tienen más propensión a mentir para hacer que otras personas se sientan mejor. Además, el hombre por lo general, suele mentir peor, ya que no cuida tanto los detalles de su discurso tanto como la mujer, y es por eso por lo que se le da caza antes.
También la educación y la información recibida en la infancia, así como el comportamiento o las creencias respecto a esta por parte de los padres, influirá a la hora de que un adulto mienta más o menos.
Hay diferentes tipos de mentiras; sociales, pedagógicas, piadosas, manipuladoras utilitarias, etc..
Otra forma de mentir son las "medias verdades" o "verdades retorcidas".i un mentiroso está en condiciones de escoger el modo de mentir, por lo general, preferirá ocultar y no falsear, ya que esto tiene más ventajas como que suele ser más fácil, ya que no hay nada que fraguar y además se sienten menos culpables si ocultan que si falsean.
En el caso de las verdades retorcidas, el mentiroso dice la verdad de tal modo que la víctima no lo crea, es decir, dice la verdad falsamente. Es el caso del esposo que llega tarde a la casa y cuando su mujer le pregunta en dónde estaba, éste le contesta: "Con mi amante, como me acuesto con ella todos los días, tenemos que estar en permanente contacto". Esta exageración de la verdad pone en ridículo a la esposa y le dificulta proseguir con sus sospechas. También servirá para el mismo propósito un tono de voz o una expresión de burla. 
Ocultar la verdad y fingir son actitudes necesarias en ocasiones entre los humanos, y forman parte de la vida de la inmensa mayoría, pero ¿Cuándo es patológico?.
Si este comportamiento se vuelve compulsivo, el individuo padece un trastorno psicológico.
La mentira patológica es un tipo de comportamiento que indica una aparente falta de control, un cierto trastorno psicológico.
Se dice que una persona es mitómana o mentirosa patológica cuando sus mentiras son persistentes, generalizadas, desproporcionadas y muchas veces, no conscientes. El mecanismo básico es relativamente simple, en un primer momento el engaño aparece hacia uno mismo y hacia otro de forma consciente y deliberado, pero con el tiempo, el sujeto acaba convencido de la realidad de sus afirmaciones, momento en que el proceso se vuelve inconsciente y las afirmaciones pueden ser cada vez más fantásticas.
Este proceso se ha atribuido según diversos autores a factores psicopáticos, a trastornos de personalidad borderline, narcisista o histriónico. La mentira sería un mecanismo de reducción de la ansiedad o culpa, por algo de lo que no nos sentimos orgullosos. El proceso se contempla como una forma de aumentar la autoestima.
Algunas de las señales que delatan a un mitómano son:
  • Cambian sus historias todo el tiempo, incluso en ocasiones, no mantienen algo que habían sostenido previamente.
  • Exageran demasiado los relatos acerca de cualquier cosa, desde la más simple hasta la más importante.
  • Siempre tienen una historia semejante, incluso mejor, que la que alguien les cuenta a ellos.
  • Viven una especie de realidad paralela o universo paralelo, le dan otro significado a los conceptos de mentira y verdad.
  • Se defienden enérgicamente ante cualquier cuestionamiento de sus dichos.
  • Suelen tener baja autoestima aunque nunca lo demuestran.
  • Suelen olvidar lo que contaron.
  • Suelen ser personas muy inseguras aunque nadie pueda notarlo.
Decálogo para cazar a un mentiroso;
1.     Lenguaje corporal; Su mirada esquiva o aumentar la distancia física con su interlocutor esconde una mentira.
2.     Reacción fisiológica; El sudor, la dilatación de las pupilas, ponerse colorado o el empalidecimiento, es otro signo de mentira.
3.    Conducta;  No contesta enseguida, tragar saliva con frecuencia, habla en tercera persona o le incomoda el silencio.
4.     Gestos; Puede sobreactuar, poner sonrisa falsa, mirar fijo o reir sin ganas o en exceso.
5.     Repreguntas; Obligarlo a dar respuestas y observar sus contradicciones.
Cuánta más información le pidamos, más fácil será que se equivoque o contradiga y destapar la mentira.
6.     Incongruencias; Analizar discrepancias entre lo que dice y lo que se hace.
7.     Diferencias entre el niño y el adulto;  El niño se tapa la boca, el adulto disimula tocándose la nariz.
8.    Su cambio de comportamiento lo achacan a algún tipo de dolor o malestar propio así como a alguna preocupación inexistente.
9.    Habla; Hay pausas y errores en el habla si no ha habido una estrategia verbal preparada de antemano.
10.   Cuando se queda sin argumentos suele huir o recurrir a la locura del receptor/a del mensaje y deja de interactuar con este/a.

Aunque estos podrían ser algunos de los signos evidentes de que nos están mintiendo, si el mentiroso está acostumbrado a mentir puede que no experimente algunas de estas reacciones.