martes, 3 de enero de 2012

PROBLEMAS EN LA PAREJA.

Hoy en día vivimos en una sociedad donde la dinámica de la pareja se ve forzada a funcionar de forma diferente a hace apenas 20 años.
La mujer se ha incorporado de una forma importante al mundo laboral y el conciliar la vida de pareja, el trabajo de ambos, la familia y los hijos, se ha convertido en una tarea complicada que en ocasiones nos puede llegar a superar.
En concreto,  dentro de la pareja pueden surgir debido a esta sobrecarga, tensiones, malestar, sentimientos de insatisfacción o apatía  y falta de motivación.
Es aquí, dentro de la pareja donde es importante trabajar ya que serán los cimientos que sostengan todo este tipo de situaciones que a lo largo de la vida se pueden dar. Una pareja que no esté fuertemente unida y comprometida será más fácil que caiga ante cualquier problemática que aparezca.
-Algunas pautas que nos ayudarán a tener una relación de pareja fuerte y sana son:
1. Aceptar que nuestra vida es enteramente responsabilidad nuestra. No esperemos que el otro miembro de la pareja nos haga feliz. Nuestra felicidad depende, sobre todo, de nosotros mismos. Primero debemos estar satisfechos y sentirnos bien con nosotros mismos, y es entonces, cuando podremos ser felices con nuestra pareja.
2. Saber discernir entre cuando estamos apoyando a nuestra pareja, buscándole soluciones a sus problemas y dándole nuestra opinión,  y cuando le estamos marcando las pautas de cómo debe vivir su vida o imponiéndole cómo nos gustaría a nosotros. Nuestra pareja es cómo es y no podemos presionarla para cambiarla o modificarla a nuestro antojo.
3. Aprender a escuchar y dialogar. Para ello debemos dejar lo que estamos haciendo, vaciarnos de otros pensamientos que distraigan nuestra atención e intentar colocarnos en su lugar para entender cómo se siente. Saber comunicarnos es muy importante, hay que evitar hacerlo cuando se va a hablar desde la emoción, con la televisión puesta o cuando tenemos prisa. Además, hay que tener en cuenta, que nuestra forma de ver una situación, son sólo nuestro punto de vista sobre la realidad que en base a nuestras experiencias vemos de una manera u otra.
4. Dedicar tiempo a la pareja. Compartir hobbies e ilusiones, realizar actividades juntos, así como  tener metas comunes, es tan importante como acompañar en los momentos tristes y duros.
5. Compartir la economía. Una vez que se ha consolidado la pareja y al margen de las herencias, no podemos tener una relación donde delimitemos fronteras y donde lo mío sea sólo mío.
6. Aprender de los conflictos. Hay que determinar cuál es el punto de desencuentro, en qué medida somos nosotros responsables de lo que ocurre, cuál es el dolor que suscitamos en nuestra pareja y que podemos hacer para resolverlo. Una relación de pareja son dos personas interactuándo y ambos repercuten en las conductas del otro. Debemos asumir nuestra parte de responsabilidad, sea grande o pequeña, ante cualquier problemática que pueda darse.
7. Expresar lo que se siente. El sexo, las muestras de afecto y el decir “te quiero”, hay que hacerlos explícitos. No valen los sobreentendidos o el decir “ya lo sabe”. Debemos reforzar los sentimientos sorprendiéndo gratamente de vez en cuando a nuestra pareja. No tenemos porque esperar, a que sean reyes, nuestro aniversario o su cumpleaños. Algo tan fácil como hacerle su plato favorito puede reforzar muy positivamente la relación.
8. Además, saber pedir ayuda si vemos que tenemos algún punto donde deberíamos trabajar o cuando aparece alguna problemática, es de sabios y no esperar a que el problema sea tan grande que apenas nos deje respirar, siendo además más difícil de solucionar.
Algunas parejas sólo con algunas pequeñas pautas y sabiendo escuchar, se hubieran ahorrado el hacer más adelante terapia de pareja.

LIBERARSE DEL PASADO.

Nuestra relación con el pasado es ambivalente. A menudo idealizado, nos sirve para reconfortarnos, pero en otras ocasiones, cuando es doloroso puede atormentarnos y el intentar huir o no afrontarlo hace que se convierta en una herida difícil de curar.
Por más que intentemos no pensar, es difícil olvidar y por más que nos esforcemos en ignorar los malos recuerdos siempre habrá un olor, una música, una imagen, una situación, etc…que nos hagan recordar.
Debemos tener en cuenta que realmente, nuestro pasado y las experiencias vividas en él, son lo que nos condiciona a la hora de seleccionar una respuesta conductual, sentir una emoción o tomar una decisión.

Quedarnos estancados pensando que cualquier tiempo fue mejor y no centrarnos en el presente, además de impedirnos avanzar en nuestras metas, nos generará pensamientos y emociones negativas, que no nos ayudarán a tener un presenta lleno y feliz
Por otro lado, ser capaces de afrontar los recuerdos dolorosos, saber reconocer lo que nos han enseñado o valorar cómo los afrontamos sin tener experiencia alguna, es el primer paso para lograr liberarnos de su influencia. Debemos recordar el pasado en su justa medida, sin atarnos a él y viviendo el presente. Recordar los momentos felices y realizar un aprendizaje de los no tan felices para poder evolucionar y seguir adelante. Sólo así, podremos avanzar sin miedo a mirar atrás.
Asumir el pasado es evolucionar y madurar. Es permitir que esa experiencia nos influya de manera positiva en el presente, convirtiéndose en un bagaje que nos ayude a avanzar y en herramientas que nos permitan afrontar de manera exitosa cualquier otro tipo de situación similar que se nos presente.
Es importante centrarse en el presente pero sin olvidar que el pasado me construye y que dicho presente también en un futuro será pasado.
Marisa Hernández Torrijo.
Para revista “Psychologies”.
Artículo completo, dossier Diciembre 2011.