lunes, 25 de octubre de 2010

Vivir hoy, estrés, ansiedad y depresión.

Hoy en día vivimos en una sociedad que ha cambiado mucho en los últimos años, todo parece ocurrir mucho más deprisa, no nos conformamos con lo que tenemos, y aunque tengamos un buen nivel de vida, queremos más. Hay menos diferencia entre clases y eso nos hace poder competir más con el vecino, o intentar ser más que el supuesto amigo, y poder “fardar”, queremos unos hijos cuasiperfectos, una gran coche, una buena casa, varios pares de pantalones y zapatos a poder ser de firma, etc…todo por que sino nos sentimos inseguros o inferiores al resto.
Las mujeres, en concreto, han pasado de ocuparse del trabajo de la casa, y cuidar del marido y de los hijos, a tener además; una jornada laboral, a veces difícil de compatibilizar con los horarios de los más pequeños, clases en el gimnasio para tener una silueta perfecta, llevar a los niños a las mil clases de gimnasia, tenis, inglés, karate, etc… y cuidar además en algunos casos, de algún abuelo, y todo esto teniendo siempre un buen humor y una sonrisa perfecta para evitar que el marido se agobie.
Y todas estas obligaciones que poco a poco vamos dejando que se cuelen en nuestro día a día, sin darnos cuenta, se van convirtiendo en piedras que se meten en la mochila, siendo al final tan pesada que no podemos andar con ella.
Es entonces, cuando nos damos cuenta de que el Estrés, es decir, la sobrecarga, nos está haciendo mella y empezamos a sentirnos mal. Tenemos en ocasiones comprimido el pecho y nos cuesta respirar, nos dan mareos, estamos fatigados, nos dan taquicardias, tenemos dificultad para decidir, concentrarnos o pensar, aparece el miedo, la preocupación, etc….y generalmente, es en este punto, cuando alguien nos habla de la Ansiedad, que aunque no nos es desconocida la palabra, pensabamos que nunca llegaríamos a experimentarla realmente. Y es que es realmente aquí, cuando debemos de tener en cuenta, muy seriamente, que si continuamos con los mismos hábitos y el mismo ritmo de vida, y no damos importancia a estos síntomas, ni nos ponemos en manos de profesionales que nos ayuden a reorganizarnos, nuestro organismo que en ese momento nos está haciendo sonar la señal de alarma, pasará a derrumbarse.
Finalmente es entonces cuando aparece la depresión, ya no tenemos ganas de arreglarnos, ya no nos dan placer actividades que antes lo hacían,  nos cuesta mucho realizar cualquier actividad, no entendemos que nos está pasando y sentimos una tristeza desmedida.
El estrés, la ansiedad y la depresión, desde mi punto de vista, en ocasiones, son diferentes puntos de un mismo contínuo, y trabajando  desde los primeros síntomas en estos casos, nos evitaremos males mayores y quizás tratando desde un principio esas inseguridades o sentimientos de insatisfacción e inferioridad, nos haría vivir más felices. “No es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita”.