jueves, 14 de junio de 2012

ADOLESCENCIA Y DROGAS.

La adolescencia es una etapa de continuos cambios, tanto físicos como afectivos, cognitivos y sociales. Es un periodo de transición a la madurez en el que se experimenta, se busca la identidad y en el que el grupo de iguales toma protagonismo en detrimento de la familia y pasa a ser el modelo de referencia haciendo que sea difícil hacer frente a la presión de grupo. Además, en este periodo suele haber también, inestabilidad emocional, fluctuación de la autoestima, búsqueda de sensaciones inmediatas, presentismo, búsqueda de trasgresión o diferenciación, gusto por el riesgo y sentimiento de invulnerabilidad. Por ello, en este momento del desarrollo evolutivo, el consumo de drogas alcanza su pico más alto.
Factores individuales como la inmadurez, la rebeldía, la inseguridad, un bajo autoconcepto y autoimagen, baja tolerancia a las frustraciones, alto nivel de ansiedad o depresión o problemas con la búsqueda de identidad pueden abocar en el consumo de drogas.
Se cree que además la probabilidad de consumo puede ser mayor debido a otros factores de riesgo como; existencia de normas que son favorables o permisivas con el consumo de drogas, ausencia de alternativas al tiempo libre, disponibilidad y accesibilidad a las sustancias.
En lo que se refiere al medio social inmediato, la ausencia de límites, la falta de comunicación en la familia, el exceso de protección o la desestructuración familiar pueden ser también factores de riesgo. Además, en la escuela, el fracaso escolar, la presión de grupo, un estilo educativo rígido y competitivo puede aumentar la probabilidad de consumo de drogas.
Existen dos grupos diferenciados de drogas, los depresores (alcohol, sedantes, ansiolíticos, cannabis y algunos disolventes), y los estimulantes (cocaína, anfetaminas, metanfetaminas y derivados, alucinógenos y estimulantes menores como las xantinas, siendo algunas de éstas la nicotina y la cafeína).Todas ellas actúan sobre el sistema nervioso y desde los primeros consumos producen cambios a nivel neuronal.
El consumo de depresores como el cannabis, tiene consecuencias como; la disminución de la capacidad intelectual, esterilidad en el hombre, síndrome desmotivacional, un riesgo de padecer cáncer 8 veces mayor que el tabaco, deterioro en el pensamiento, atención y memoria, desinhibición de impulsos agresivos, ansiedad y paranoia.
Por otro lado, el consumo de sustancias estimulantes como la cocaína, las anfetaminas o los alucinógenos pueden producir; paranoia, vacío existencial, deterioro del pensamiento, la atención y la concentración, deterioro de la capacidad de aprendizaje, ansiedad y depresión.
Todas estas sustancias además, pueden generar complicaciones orgánicas como daño en el hígado, pulmón o riñón, irritación cerebral o alteraciones en la actividad cerebral, deficiencias en el sistema inmunológico. Tampoco debemos olvidar el alto riesgo a tener accidentes o el aumento en la probabilidad de padecer rompimientos psicóticos.
Establecer límites y normas claras así como supervisar su cumplimiento, evitar actitudes demasiado permisivas o autoritarias, reforzar la autoestima, potenciar el dialogo, reconocer los esfuerzos y valorar los progresos, transmitir valores y ayudar a que se ocupe el tiempo libre de forma adecuada, y tener la información adecuada, son factores de protección que pueden ayudar a evitar el consumo de drogas en la juventud. No obstante, si no nos vemos capacitados o nos falta información, siempre se puede acudir a un psicólogo para que nos informe sobre cómo afrontar una problemática de esta índole.


ALCOHOL.

El consumo de alcohol es una práctica frecuente en nuestra sociedad, pero al ser socialmente bien vista, también es una de las adicciones más complejas a la hora de trabajar desde un punto de vista psicológico.
El fácil acceso a las bebidas alcohólicas, su fuerte presencia en situaciones sociales y celebraciones, así como su poco coste económico, son algunos factores que hacen que muchas personas acaben sin darse cuenta abusando de él, pudiendo llegar a tener problemas de dependencia.
Pero además de la dependencia, otras consecuencias del abuso son el deterioro de la memoria, la dificultad para tomar decisiones, confusión, disfunción sexual, ansiedad y depresión o trastornos mentales, pudiendo aparecer en bebedores crónicos inmunodepresión o síndrome Korsakoff.
Tenemos que tener en cuenta que el metabolismo del alcohol en el cuerpo humano varía mucho dependiendo de diferentes factores como;
-El sexo de la persona.
-Envergadura de la persona. (Masa, líquidos, estructura ósea…)
-Fase del ciclo hormonal en mujeres.
-Previa tolerancia.
-Tipo de graduación y bebida alcohólica. (Sidra y cerveza contienen entre 2-9 grados, Vino y vermouth entre 9-20 grados y bebidas destiladas entre 30-60 grados de etanol)
-Si es ingerido o no con alimentos. (Algunas proteínas suavizan su metabolización en el estómago).
-Si es ingerido o se suma con algún tipo de fármaco. (Peligroso mezclarlo con antidepresivos, anticonvulsivos, ansiolíticos, antihistamínicos, antigripales, fármacos para el colesterol o la diabetes, y analgésicos).
Muchas veces, el abuso de alcohol puede esconder otras patologías, como depresión, ansiedad, falta de control de impulsos, trastornos de la personalidad, u otras adicciones como al juego o a otras sustancias. Por tanto, será imprescindible en el tratamiento psicológico, evaluar si en la persona existe alguna causa subyacente o alteración de la personalidad que le lleve a abusar del alcohol.

TRASTORNO DE PERSONALIDAD ESQUIZOIDE.

Los trastornos de personalidad son un conjunto de perturbaciones y anormalidades, que se dan en las dimensiones emocionales, afectivas y de relación social. Las personas diagnosticadas con un trastorno de la personalidad pueden tener alteraciones en la cognición, emotividad, funcionamiento interpersonal o en el control de impulsos.
En concreto el trastorno esquizoide de la personalidad, se caracteriza por un patrón general de distanciamiento de las relaciones sociales y de restricción de la expresión emocional en el plano interpersonal, que comienza al principio de la edad adulta. Algunas de las características del trastorno esquizoide de la personalidad son;
-Que la persona ni desea ni disfruta de las relaciones interpersonales, incluido el formar parte de una familia.
-Que la persona escoge casi siempre actividades para realizar en solitario.
-Tienen escaso interés en mantener relaciones sexuales.
-Disfruta con pocas o ninguna actividad.
-No tiene amigos íntimos o personas de confianza.
-Se muestra indiferente a los halagos o críticas de los demás.
-Muestra frialdad emocional, distanciamiento o aplanamiento de la afectividad.
-Suelen ser inexpresivos y tener un lenguaje lento y monótono.
Contrariamente al trastorno de la personalidad por evitación, las personas esquizoides no evitan las relaciones sociales por ansiedad o sentimientos de incompetencia, sino porque son realmente indiferentes a las relaciones sociales. Además, mientras las personas esquizoides pueden sufrir depresión, éste no siempre es el caso. Contrariamente a las personas con depresión las personas esquizoides no suelen considerarse inferiores a los demás, aunque si reconocerían ser diferentes.
Bajo condiciones de estrés, algunos esquizoides si pueden experimentar ocasionalmente, algún episodio psicótico breve.
El tratamiento psicológico suelen demandarlo por su ansiedad o depresión, pero no por su personalidad. Lo primero es tratar estos síntomas para aliviar su malestar. Así aunque no quiera acudir a terapia para cambiar su personalidad tendrá en quien confiar en sus momentos de crisis y esto, dado el aislamiento de estos pacientes, suele ser muy valioso.
De forma paralela, ayudarles a identificar pensamientos distorsionados y corregirlos, así como aumentar su capacidad de introspección y de experimentar emociones mediante la interrogación socrática, son algunas de las técnicas más empleadas en este tipo de casos.