miércoles, 23 de mayo de 2012

APRENDER A RELAJARSE.

Cuando estamos sometidos durante un periodo determinado de tiempo a un estrés físico o emocional, con el tiempo pueden empezar a aparecer síntomas de ansiedad.
Los síntomas más comunes que produce la ansiedad suelen ser; Taquicardias, sudores, presión en el pecho, inestabilidad o mareos, pensamientos negativos o hipocondriacos, problemas para dormir, parestesias u hormigueos, sensación de perder el control o volverse loco, todos ellos debidos a un estado de activación elevado. Aprender a controlar nuestros pensamientos, así como las respuestas fisiológicas que los acompañan son la clave para controlar nuestra ansiedad.
Cuidar la alimentación no tomando excitantes como la cafeína, la teína o bebidas estimulantes nos ayudarán a estar menos nerviosos. Además, evitando las cenas frías o copiosas y tomando antes de ir a dormir alguna infusión de Tila, Melissa o Hierva Luisa, así como un vaso de leche caliente nos ayudarán a dormir. Siempre teniendo en cuenta que las cantidades de líquido no sean excesivas para evitar despertarnos ante la necesidad de ir al baño.
También en las farmacias podemos encontrar valerianas que nos ayudarán a pasar el día y la noche más relajados.
Pero no debemos olvidar el incluir en nuestro día a día, actividades que nos relajen. Hacer deporte nos ayudará a liberar la mente y el estrés además de sentirnos más tranquilos, ya que cuando lo realizamos liberamos endorfinas y encefalinas, neurotransmisores que producen sensación de calma y bienestar. Junto con esto y de forma combinada, debemos practicar alguna actividad donde el cuerpo aprenda a reducir su activación, como técnicas de relajación con ayuda de un psicólogo, o actividades como yoga, meditación o tai-chi entre otras.
Los pensamientos también deben de trabajarse para ayudar a reducir la activación. Pensamientos que nos angustien o que nos generen ansiedad, así como los pensamientos asociados a ella del tipo; “me va a dar un infarto”, “me voy a desmayar”, “voy a perder el control”, etc…deben ser refutados e ignorados.
Pero cuidado, si intentamos no pensar en ellos, ya les estaremos dando la importancia necesaria para que nuestro cerebro se ponga alerta y nos pregunte el por qué de no pensar en ellos. La clave está en simplemente aceptarlos, desdramatizar y no darles importancia, dejando que como han venido se marchen.  Registrarlos e intentar refutarlos puede ser de ayuda a la hora de controlarlos y además nos obligaremos a dar una explicación alternativa a nuestros síntomas haciendo que no nos pongamos más nerviosos.
También realizar técnicas de distracción de pensamiento nos pueden ayudar en ese momento. Algunas de estas técnicas son pensar en 5 colores, 5 objetos y 5 olores repitiendo de nuevo con 4, 4, y 4, 3, 3 y 3 etc.. hasta llegar a 1 objeto 1 color y 1 olor, o algo tan simple como realizar crucigramas, buscar las diferencias o hacer sopas de letras.
No obstante, la ansiedad puede manifestarse por múltiples factores y lo más adecuado si persiste, es acudir a un psicólogo que nos ayude a trabajar tanto los síntomas como el origen de los mismos, ya que si no se trabaja de forma adecuada los síntomas pueden reaparecer con el paso del tiempo.

CELOS. UNA EMOCION NEGATIVA.

Los celos son una respuesta emocional compleja y perturbadora, que surge cuando una persona percibe una amenaza hacia algo que considera como propio. Son la respuesta natural ante la amenaza de perder una relación interpersonal importante para la persona celosa.

Comúnmente, se denomina así a la sospecha o inquietud ante la posibilidad de que la persona amada nos reste atención en favor de otra. Y también se le conoce así, al sentimiento de envidia hacia el éxito o posesión de otra persona.

Los celos pueden ser sanos cuando lo que se demanda es algo que se debe hacer sobre una base de equidad en la pareja; sin embargo acudir a este tipo de conducta en algunas ocasiones donde no hay motivo para ello, refleja algunas carencias internas personales.

Los celos quedan manifiestos, cuando se hacen demandas inapropiadas y cuando ejercen sentimientos enfermizos porque las demandas no son satisfechas. Este sentimiento, refleja una cierta inseguridad emocional por perder dominio o sentirse inferior en una relación interpersonal. En algunas ocasiones, puede haber una conducta por parte de la otra persona que efectivamente provoque esos celos, pero en muchas otras no hay motivos para sentir celos y sin embargo la persona que los padece se siente vulnerado e intenta ejercer control sobre la persona objeto de los celos, atrapándola en una red de circunstancias opresivas tales como privarla de la libertad, aislarla, seguirla al trabajo, revisar sus relaciones externas, buscar una evidencia de traición etc.
[
Lo importante, es saber determinar cuando estos celos son infundados, ya que en ese caso pueden ser una emoción destructiva para la relación. Es en este caso, cuando lo recomendable es pedir ayuda a un profesional, ya que puede que la persona que los padece deba trabajar su autoestima, o puede que haya alguna problemática subyacente más importante que provoque los celos, como pueda ser una alteración de la personalidad.
Una característica que parece destacarse en las personas celosas es tener rasgos de egoísmo, por ello, en ocasiones pueden ir asociados a trastornos de la personalidad como el trastorno de la personalidad narcisista, pero en general, suele ir acompañados de sentimientos de inseguridad e inferioridad, baja autoestima y autoconfianza.

Los celos pueden estar presentes en todo tipo de personas, indistintamente de su condición socio-económica o forma de crianza y manifestarse en personalidades que aparentemente parecían seguras de sí mismas. Incluso personas que nunca han sentido celos, en un momento concreto de su vida pueden volverse celosas.

Ejercicios como hacer una lista de cualidades positivas nuestras o una lista de logros y éxitos, así como registrar al final del día, cosas positivas que hemos hecho, y momentos en que nos hemos sentido bien y nos hemos gustado más a nosotros mismos, pueden ayudar a trabajar la autoestima, pero si los celos persisten deberíamos acudir a un psicólogo para que con ayuda de otras técnicas más complejas trabajemos los pensamientos asociados y las conductas inadecuadas.

domingo, 13 de mayo de 2012

CEFALEAS TENSIONALES

La cefalea tensional es un dolor o molestia en la cabeza, el cuero cabelludo o el cuello, generalmente asociado a la tensión de los músculos de estas áreas.
Las contracciones de estos músculos pueden ser como consecuencia de un traumatismo craneal o como una respuesta al estrés, la depresión o la ansiedad.
Es una de las formas más comunes de dolor de cabeza, y puede ocurrir a cualquier edad, aunque es más común entre adultos y adolescentes.
El dolor puede ocurrir como un episodio aislado o de manera constante, y puede durar de 30 minutos a 7 días.

Las situaciones de estrés, el cansancio, el consumo de alcohol, la cafeína, el bruxismo, el consumo excesivo de tabaco, la tensión ocular o un esfuerzo excesivo, pueden ser otros desencadenantes de las cefaleas tensionales.
Medicamentos como la aspirina, el ibuprofeno o el paracetamol, pueden ayudarnos, pero si es debido a un proceso de ansiedad o al estrés, deberemos apostar por un tratamiento con apoyo psicológico, ya que mientras que no cambiemos nuestros hábitos o los factores mantenedores de éstos, estaremos tratando los síntomas pero no la causa.
Las técnicas de relajación, así como identificar los pensamientos y las situaciones que nos producen ansiedad o estrés, para aprender a afrontarnos de forma más adecuada y saber regularnos emocionalmente, pueden servirnos para tratar de una forma más acertada este tipo de dolor de cabeza.