domingo, 14 de noviembre de 2010

Neurosis de angustia, crisis de ansiedad o ataques de pánico.

Pueden denominarse con alguno de estos nombres, aunque más coloquialmente y en general, la gente se refiere a ello como "ataque de ansiedad".
Clínicamente la angustia es miedo, aunque sin saber a qué y sin motivo aparente.
En la infancia, la angustia, al igual que el miedo, ante determinadas situaciones (la oscuridad, la soledad, lo desconocido, etc…), permite al individuo protegerse y apartarse de potenciales fuentes de peligro.
Como en todas las Neurosis,  una reacción que originalmente es normal y útil, (en este caso la angustia), puede desvirtuarse al aumentar tanto en intensidad como en frecuencia, convirtiéndose así, en un mecanismo que deja de ser provechoso pasando a convertirse en una fuente de sufrimiento. Si esta respuesta desproporcionada se hace crónica, estamos ante una neurosis de ansiedad, neurosis de angustia o como actualmente se denomina, trastorno de ansiedad generalizado.
El ataque de pánico, ataque de angustia o ataque de ansiedad, se manifiesta como una aparición repentina de intenso miedo, sin síntomas de aviso que prevengan al enfermo y que suele durar unos 10 minutos aproximadamente.
En algunas ocasiones también puede aparecer durante el sueño, despertando al enfermo con sus síntomas en toda su intensidad.
Dicha crisis, se vive por el paciente como una señal de muerte inminente, “noto que me voy a morir”, nos dicen, y por tanto se acompaña de los síntomas corporales vegetativos del pánico o de una persona que sabe que lo van a matar, pudiendo ser algunos: taquicardia, respiración acelerada, dificultad para hablar, diarrea, vómitos, temblor, reacciones en la circulación periférica como manos y pies fríos, sudoración y sensación de opresión en el pecho, que en ocasiones llega a ser dolor, haciendo creer al paciente que le está dando un infarto, y haciendo que ante este pánico incontrolado y ante la convicción de riesgo para su vida, busque de forma urgente un médico.
Provisionalmente, los medicamentos ansiolíticos (tranquilizantes), como “Orfidal”, pueden proporcionar un gran alivio, pero es un tipo de trastorno que debe tratarse en el psicólogo con una terapia adecuada, ya que la angustia, suele ser un reflejo de la sentida en algún momento de su vida por el impacto de algún trauma, y no desaparecerá por sí sola.