miércoles, 27 de octubre de 2010

Un Organismo Coherente

En muchas ocasiones cuando hablamos con un fumador y le preguntamos; “¿Por qué fumas?”, las respuestas suelen ser de tipo; “Porque de algo hay que morir”, “ Porque la vida sino es muy sosa”, “Porque lo necesito para sobrellevar mi situación actual”, “Porque también puedo morir de accidente de coche”, etc…
De lo que no nos damos cuenta, muchas veces, es que muy pocos responden lo muy perjudicial que es para la salud, la mayor probabilidad que tienen los fumadores de padecer ciertas enfermedades, la enorme correlación que tiene el fumar con distintos tipos de cáncer, etc… ¿Por qué ocurre esto?.
Porque el organismo ante todo es coherente.
Cuando una persona realiza una conducta, siempre será coherente con su estado de ánimo y con los pensamientos que tiene en ese momento.
Los fumadores, por ejemplo, buscan la justificación a su conducta para reducir lo que en Psicología se llama “Disonancia cognitiva”, que es un malestar que experimenta el individuo cuando su conducta no coincide con sus ideas, valores o creencias..
Entonces, por la misma regla de tres, ¿Podemos cambiar nuestros pensamientos con nuestra conducta, para que exista tal coherencia?.
La respuesta es …SÍ.
Un ejemplo es que nos resultará muy difícil seguir enfadados, si mantenemos una sonrisa en la cara durante cierto tiempo. Es lo que se llama “Retroalimentación facial”, poner cara de felicidad puede hacer que uno se sienta mejor. La investigación ha demostrado que las expresiones faciales influyen en la experiencia emocional. Incluso, si actuamos como si tuvieramos otra personalidad, podemos acabar interiorizando esa conducta, añadirla a nuestra forma de comportarnos día a día  y acabar pensando de forma coherente a ella. ¿Cuántas veces hemos oído en el cine, que algún actor se metió demasiado en el papel?
Si queremos cambiar algo de nosotros mismos, está realmente en nosotros el poder y las herramientas para hacerlo, solo que en algunos casos, nos tienen que explicar cómo usarlas.