La adolescencia es un
periodo en el desarrollo biológico, psicológico, afectivo, sexual y social
inmediatamente posterior a la niñez y que comienza con la pubertad.
Su rango de duración puede
variar, pero generalmente, se inicia entre los 10-12, y finaliza sobre los 19-20 años. En las
niñas, normalmente se inicia antes que en los niños, y suele comenzar a los 10
años.
Durante este periodo se
producen cambios a nivel cognitivo, emocional y social que van a prepara al
individuo para la etapa adulta. Es en esta etapa, cuando el individuo va a
requerir de apoyos y recursos psicológicos y sociales para alcanzar ciertas
metas, tales como la elaboración de su identidad y la planificación y
desarrollo de un proyecto de vida satisfactorio.
Es un momento de
autoafirmación donde el adolescente va a querer tomar las riendas de su vida, y
como todo periodo de la vida tiende a ser caracterizado por un grupo de problemas característicos de
esa etapa.
El adolescente va a
cuestionar todo lo que venga de los adultos y esto será en muchas ocasiones
motivo de enfrentamiento. Hay que comprender que hasta este momento, su vida ha
sido dirigida por sus progenitores, familia o tutores y es ahora, cuando el
adolescente va a distanciarse de ellos, para poder trabajar su autonomía e
independencia. Para ello, su grupo de iguales va a ser un apoyo importante ya
que por imitación y a base de ensayo y error, va a ir resolviendo obstáculos,
dudas y diferentes situaciones que puedan darse. Sus amigos y compañeros van a
ser en esta etapa su modelo de referencia, son sus semejantes, y por ello en esta etapa pueden llegar a sentirse más cerca de estos que de la familia, retornando su atención a esta cuando finalice
este periodo.
Es aquí cuando el papel de
los padres y de la familia juega un papel todavía más importante, ya que puede
ayudar o interferir en que el proceso se realice de forma adecuada. La
inteligencia emocional de los padres, sus valores, sus conocimientos sobre esta
etapa o sus conductas, entre otras cosas, van a ser claves a la hora de que el
individuo pase por este proceso de manera tranquila y adecuada.
Algunas pautas que nos
pueden ayudar son:
-Reconocerle lo importante
que es para nosotros y sus capacidades y aptitudes.
-Decirle que lo
comprendemos y que pase lo que pase siempre tendrá nuestro apoyo.
-Reducir la atención sobre
las conductas negativas y aumentar el refuerzo en las positivas.
-Cuando tome una decisión
acertada o haga algo bien, decirle lo orgullosos que estamos de él o ella.
-Informarle sobre drogas,
sexualidad o cualquier otro tema, del que sospechemos que no tiene la
información adecuada. Por supuesto, si es necesario, informarnos también nosotros.
-No compararle con otros.
-Estar atentos por si nos
pudiera necesitar, pero no vigilantes. Debemos respetar su espacio.
-Hacerle ver que él puede
ir tomando sus propias decisiones, pero siempre informando de que toda decisión
tiene unas consecuencias y que antes de nada debería valorarlas.
-A la hora de los castigos,
es mejor hablar con él e intentar que sea consciente de su mala actuación y
proponerle que sea él quien decida como compensarlo.
-Debemos evitar
verbalizaciones del tipo. “Siempre lo haces mal”, “Nunca cumples nada”, “Eres
un mentiroso”, “Eres tonto”, etc…no hay nada peor que el que te acabes creyendo
lo que te dicen.
-Escucharle con atención cuando nos cuente algo importante para él, aunque desde nuestra perspectiva no creamos que tenga mayor importancia.
-Proporcionarle un ambiente
tranquilo en casa y contar con él a la hora de tomar decisiones. -A la hora de tomar una decisión que afecte a la familia, aunque al final la tomen los progenitores, le preguntaremos a él que opina y le diremos que tendremos en cuenta su opinión.
-Debemos dejar de tratarlo
como un niño y aceptar que hay cosas que como “jovencísimo adulto” el puede
afrontar o hacer solo.
-Dar más importancia al
esfuerzo que a los resultados y recompensarlo.
-Cumplir lo que se dice. Debemos ser coherentes así como dar ejemplo de lo que predicamos.
-No mostrar fisuras entre
los progenitores y estar de acuerdo cuando se tome una decisión, así como
mantenerla. Aquí no valen las figuras de poli bueno y poli malo.
Al final, todos hemos sido
adolescentes y en cada momento y tiempo se vive de una manera. No podemos
comparar la adolescencia nuestra con la de ellos, porque son tiempos diferentes
y todo ha cambiado. Lo que podemos es informarnos, si es necesario con un
psicólogo, sobre cómo sobrellevar y manejar de una manera adecuada la
adolescencia de nuestros hijos.