sábado, 25 de agosto de 2012

ANOREXIA NERVIOSA.


Hoy en día existen diferentes Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA), Anorexia, Vigorexia, Trastorno por Ingesta Compulsiva, Bulimia, Ortorexia…
La Anorexia Nerviosa es un tipo de TCA, que afecta principalmente a mujeres, habiendo una mayor incidencia entre la pubertad y primera adolescencia (14-18 años). Pero, de un tiempo a esta parte, cada vez son más los casos que aparecen en edades más maduras, y también, por desgracia, en edades prepuberales.
No debe confundirse, la anorexia (síntoma), que se usa para describir la inapetencia o falta de apetito, en enfermedades febriles, enfermedades digestivas… con la anorexia nerviosa, que es una pérdida de peso autoinducida acompañada por una distorsión de la imagen corporal.
Algunas de las características de la Anorexia Nerviosa son;
-Rechazo a mantener el peso corporal mínimo adecuado para su edad y estatura.
-Miedo a engordar incluso estando por debajo de su peso adecuado.
-Alteración de la percepción del peso o la silueta, exageración de su importancia en la autoevaluación o negación del peligro que conlleva un bajo peso corporal.
-Hay una pérdida de peso de al menos un 25% de su peso habitual.
-Ausencia de tres o más ciclos menstruales.

Además, las personas que sufren anorexia nerviosa suelen ser personas sexualmente inactivas, también a nivel de deseo, con dificultad para darse cuenta de sus sentimientos, con peso muy bajo y apariencia física demacrada, introvertidas o retraídas socialmente.

Algunas de las conductas que podemos observar en estas personas son dietas, conductas alimentarias extrañas como comer de pie, cortar el alimento en pedacitos muy pequeños o tardar mucho en comer, son personas que prefieren comer solas, hay uso de laxantes o diuréticos, hiperactividad tras la comida, hay un uso desmedido de la báscula y el espejo, visten con ropa holgada, manga larga o pantalón largo para disimular su delgadez, esconden la comida o se la dan al perro, incrementan las horas de estudio, disminuyen las horas de sueño y mienten y engañan continuamente sobretodo en lo relacionado con la alimentación.

A diferencia de la Bulimia Nerviosa, donde la característica que más destaca es la pérdida de control en la ingesta, y donde suelen ser conscientes de la enfermedad, en la Anorexia Nerviosa, mayoritariamente, no se es consciente y se niega el hambre y la enfermedad, llegando a considerar su conducta alimentaria normal e incluso motivo de orgullo.

Existen dos tipos de anorexia nerviosa: Anorexia Nerviosa de tipo restrictivo, que se caracteriza por un cese de la ingesta y donde no se recurre a atracones purgas, y Anorexia Nerviosa de tipo purgativo, donde además de haber cese en la ingesta se realizan atracones y purgas.

Existen casos bien diferenciados de Anorexia Nerviosa y Bulimia Nerviosa, es decir, que cumplen claramente los criterios diagnósticos específicos para cada trastorno, pero también existen otros casos en donde la persona afectada “viaja” de uno a otro. Esto ocurre, sobretodo, cuando las conductas propias de la anorexia nerviosa (restricción de alimentos, cese en la ingesta, dietas salvajes, etc…) hacen que fallen las fuerzas o la determinación a perder peso, y se cae en los atracones que definen básicamente la Bulimia Nerviosa.

Algunos de los factores individuales que pueden contribuir a una mayor probabilidad de desarrollar una Anorexia Nerviosa son, tendencia al perfeccionismo, miedo a madurar, baja autoestima, inseguridad, la propia adolescencia, ser mujer, tener una personalidad obsesiva, evitadora o dependiente o la inestabilidad emocional. A esto hay que añadir, que también pueden influir en el desarrollo de la enfermedad factores familiares como, expectativas demasiado altas de los padres respecto a los hijos, sobreprotección por parte de los padres, obesidad materna, incapacidad para la resolución de conflictos o escasa comunicación entre los miembros de la familia, familias donde el cuidado de la imagen es fundamental, antecedentes de anorexia o bulimia en hermanos/as, así como historias familiares de depresión, alcoholismo o malos tratos.

En este tipo de enfermedades, es imprescindible un diagnóstico precoz. La psicología sigue varias orientaciones en su ejercicio como disciplina clínica, y todos los estudios clínicos apuntan, a que la orientación cognitivo-conductual ofrece las mejores expectativas con los TCA. En los casos más severos, el ingreso parcial o el internamiento, puede ser a veces una forma de trabajar con las personas afectadas.