Parece que por todos es
sabido que el estrés está muy relacionado con problemas de salud, pero aún así,
en ocasiones, cuando acudimos al médico, parece que no nos terminamos de creer
que el origen de nuestro problema resida en el estrés y seguimos intentando
buscarle otra explicación.
La respuesta de estrés
está diseñada para prepararnos para luchar o huir, de hecho es conocida como
“respuesta de lucha-huida”.
Antiguamente, el mecanismo del estrés cumplía el propósito
de preparar a los seres humanos para responder a estados de emergencia que le
representaban una amenaza física. En nuestra sociedad moderna, no tenemos que
enfrentarnos por lo general a animales salvajes (al menos en el sentido literal
del término). Sin embargo, nos enfrentamos a situaciones de otro tipo
tales como problemas en el trabajo, en el matrimonio, con la familia etc… y
además, seguimos utilizando mecanismos que fueron desarrollados para lidiar con
los peligros que comúnmente se presentaban en la vida de las cavernas.
El problema del estrés, en cuanto a su relación con
tener una buena salud, surge cuando después de un tiempo, en el cual nuestro organismo
ha estado siendo movilizado por este tipo de respuesta, empieza a pasarnos factura.
Estados emocionales prolongados como una situación
de infelicidad en el matrimonio o momentos puntuales pero con una frecuencia
sostenida en el tiempo como las discusiones diarias con los clientes o el jefe,
hace que estemos continuamente utilizando este mecanismo, y de esta forma,
pueden ir afectando de manera negativa a nuestra salud.
Bajo dichas circunstancias, la adrenalina, el
cortisol y otras hormonas que son secretadas, para llevar a cabo esa respuesta
de “Lucha-Huida”, pueden comenzar a causar grandes daños a nuestro organismo.
Algunos de los daños que produce el estrés son: insomnio,
fatiga, destrucción de los músculos, diabetes, hipertensión, problemas
gastrointestinales como úlceras o colón irritable, impotencia, pérdida de deseo
sexual, interrupción de la menstruación, disminución del sistema inmunológico,
alteraciones dermatológicas, pérdida de cabello y daños a las células
nerviosas.
No obstante, podemos seguir algunas pequeñas pautas
para no dejarnos llevar por el estrés.
1.
Haz
un parón a mitad de la mañana y de la tarde y obsérvate. Piensa en un semáforo
y fíjate si estas en verde (tranquillo), amarillo (algo nervioso) o rojo
(descontrolado). Si ya estas en amarillo, busca un sitio tranquilo e intenta
calmarte.
2. Cuando te veas acelerado
intenta respirar de forma tranquila. Lo ideal es que con cada inspiración
cuentes hasta 4 y cuando exhales cuenta hasta 6, 7 u 8. Es importante que la
exhalación sea más larga que la inhalación.
3. Cuando practiques la
respiración puedes también intentar visualizar una imagen agradable y
relajante.
4. Utiliza la tarde del
domingo para organizarte la agenda de la semana. Llevar una pequeña agenda te
puede ayudar.
5. Intenta dejarte aunque sea
30 minutos al día para realizar una actividad agradable. La falta de
actividades agradables protege del estrés y de la carga de emociones negativas
que podemos acumular a lo largo del día.
6. Observa hasta que punto
eres perfeccionista y si eso te lleva a perder mucho tiempo con cada tarea.
Tener una personalidad anancástica o perfeccionista puede traernos serios
problemas.
7. Aprende a delegar y a
decir que no. Es importante que seamos asertivos.
8. En ocasiones, pensar en
nuestra propia muerte hace que relativicemos muchas situaciones del día a día.
Cada día acuden más a consulta
personas (en su mayoría mujeres), con algún trastorno de ansiedad.
,Digamos que la evolución
seria: Estrés Ansiedad, Depresión.
Por ello, importante que
ante los primeros síntomas de estrés, acudamos a un profesional antes de que
nos afecte de una manera más seria o acabemos padeciendo algún trastorno de
tipo ansioso o depresivo.