Como
seres humanos que somos, todos los días podemos enfrentarnos a situaciones que
pueden generarnos angustia o ansiedad.
La
ansiedad podemos definirla como un estado de activación. Es una repuesta
emocional que responde con una respuesta fisiológica relacionada con un
mecanismo de supervivencia ante una posible amenaza (respuesta de lucha y
huida).
Por
otro lado, la angustia, es un estado penoso, que muchas veces está acompañado
de miedo y obsesión.
Cuando
una persona sufre de ansiedad, normalmente suele estar angustiada, esto sucede
porque la angustia es un síntoma más de la ansiedad. Además, también puede
suceder al contrario. Hay personas que tienen unos rasgos de personalidad y un
temperamento que tiende a la angustia. Son personas que suelen verlo todo en
negativo, siempre alertas ante cualquier amenaza y que acaban siendo
alimento de la ansiedad.
Algunas
estrategias y pautas prácticas para reducir la angustia y liberarse de toda
ansiedad son;
1. Comienza por
identificar cuáles son las fuentes de tu ansiedad y anótalas.
2. Separa en dos
columnas las que puedes cambiar y las que no. Para las Primeras podrás elaborar
un plan estratégico para solucionarlo, pero para las segundas elaborarás un
plan estratégico para reducir el impacto sobre tu persona.
3. Desarrolla
nuevos hábitos más saludables. Repasa tus horarios de comidas, tipos de
alimentos, horas de sueño, etc…Asegúrate de comer sano y dormir bien, es más
importante de lo que creemos.
4. No leas ni
veas nada más levantarte malas noticias ni lo hagas durante el día en exceso.
Empieza el día con algo agradable. Una cosa es estar informados y otra estar
continuamente procesando información negativa.
5. Aprende algo
nuevo todos los días.
6. Atrévete a hacer
cosas nuevas, una vez superes el temor del principio verás como te sientes más
seguro y capaz.
7. Incluye algo
de ejercicio (Ejm. caminar a buena marcha) 3/4 veces por semana. Liberar
encefalinas y endorfinas ayuda a estar mas tranquilo y tener mayor sensación de
bienestar.
8. Aléjate de la
gente tóxica. No significa aislarte, sino poner límites sanos. Hay personas
negativas que solo hablan de problemas y que además muchas veces hacen sus "catarsis" con nosotros, obteniendo ellos una transitorio alivio a costa de
nosotros. Esto es lo más cómodo, pero si a la tercera vez que le escuchas no ha
puesto solución, no le escuches más hasta que lo haga. Le estás reforzando
negativamente sin saberlo.
9. Acércate a
personas con mentalidad positiva, entusiastas, alegres y que transmitan “buen
rollo”. Búscalas, obsérvalas y aprende de ellas.
10. Ayuda a
alguien. Te hará sentir bien y
mantendrás lejos tu mente de los problemas.
11. Encuentra a
una persona con la que puedas hablar de cómo te sientes. Es importante hablar
de nuestros sentimientos y de lo que nos pasa. Muchas formas solo con el poder
expresar lo que nos pasa, compartir un secreto, o poder hablar con alguien,
hace que se reduzca ansiedad. Hay personas que vienen a consulta solo una vez
al mes o cada dos meses para hacer repaso y poder hablar de lo que les preocupa
o inquieta, así como pedir orientación. Es lo que llamamos
“Higiene mental”.
12. Registra cada
3 o 4 días lo que tienes de positivo en la vida, cosas que vas logrando, cosas
por las que estés agradecido etc… Trabajaras un pensamiento más positivo.
13. Ríete. Está
demostrado que reírse produce grandes beneficios en el cerebro y el cuerpo.
Busca alguna serie cómica que te guste, programas, películas...
14. Cuando vivas
una situación en la que lo ves todo muy negro, siéntate en una silla y repásala
en voz alta. Luego siéntate en otra silla y mirando hacia la vacía, como si
fuera un juego, intenta ser tu propio terapeuta. Tendrás que refutar los
pensamientos negativos con otros más positivos. Tendrás que enfocar la
situación de manera positiva.
15. Aprende a
relajarte y a controlar tu afecto negativo. Aprender a regularte emocionalmente
puede ser muy beneficioso, afrontarás situaciones difíciles de otra manera y
desde la calma, además de que evitarás muchos conflictos que solo te llevan
luego a encontrarte peor contigo mismo. Un psicólogo puede ayudarte con un
entrenamiento en regulación emocional y con técnicas de relajación.