Han sido
muchos los que han criticado la ortodoxia psicopatológica. Recientemente, una
de esas voces criticas ha venido del propio psiquiatra americano Allen Frances.
La critica de Frances tiene cobra mayor relevancia ya que fué uno de los padres
del DSM-IV, (manual diagnóstico utilizado habitualmente en la práctica en la
clínica por profesionales de la salud mental).
El propósito
de su denuncia es “ayudar a salvar a la gente normal de ser diagnosticada como
enferma”, a lo cual no me queda más remedio que sumarme, tras algunas
experiencias dentro de mi ejercicio profesional.
Parece ser
que hay una cierta inflación diagnóstica y que sigue creciendo el mercado de
los psicofármacos, convirtiéndose el abuso de ansiolíticos y otros psicofármacos
en un problema de salud pública.
Cada más son los
médicos de atención primaria los que recetan la mayoría de los psicofármacos,
con la falsa creencia en muchos casos, de que los problemas con los que acude
la gente se van a solucionar con una pastilla. Poco se informa aún a la gente,
y eso que ahí vamos mejorando, de que las pastillas en la mayoría de las
ocasiones, solo van a tratar la sintomatología y no el origen de su malestar,
ansiedad, depresión etc… Por no decir, que los antidepresivos muestran una
respuesta en muchos pacientes, es decir, una reducción de al menos el 50% de
los síntomas, pero no una remisión completa. Y me pregunto, ¿Por qué tanto
interés últimamente por parte de algunos profesionales de la psiquiatría en
abrirse camino en la psicología?..
Hay que tener
en cuenta que el paciente tiene una biografía que le hace pensar, sentir y
comportarse de esa manera. Todo lo comportamiento es biográfico y contextual, y
difícilmente una pastilla hará que interprete una situación como poco
amenazante cuando he aprendido a vivirlo así, o reducirá mi ansiedad por
completo si no cambio mi estresante estilo de vida.
Parece ser,
que el sufrimiento que cabría atribuir a una situación extrema ( desempleo,
desahucio, precariedad…), es resultado de un desajuste químico en nuestro
cerebro. Y qué decir del anuncio en televisión de las famosas pastillas que
aumentan tu serotonina y te hacen ver la vida de color de rosa, sin
comentarios.
Por todo
ello, quiero expresar mi más enorme malestar ante ciertas prescripciones por
parte de algunos profesionales de la salud mental y de ciertas actuaciones de
la industria farmacéutica.
Entiendo que
el uso de este tipo de fármacos es necesario en algunos casos, y he de decir que soy la primera que si creo que es necesario derivo a mi paciente, (personas con estados de ánimo profundamente deprimidos, con una ansiedad muy severa...) pero
entiendo que en otros, “matamos mosquitos a cañonazos”, cuando además ha quedado demostrado que con una adecuada terapia psicológica, ha habido en la mayoría de esos casos una remisión completa en su psicopatología sin necesitar el uso de psicofármacos. Por todo ello y
por el bien de todos, incluida la psiquiatría, creo que es necesario algunos cambios en la practica
clínica.