miércoles, 17 de julio de 2013

OBSESIONES.¿Qué son y cómo dominarlas?


A lo largo del transcurso de la vida nadie esta exento de sufrir preocupaciones, de hecho, las preocupaciones son un intento de solucionar problemas reales de la vida cotidiana. Es cierto, que en ocasiones, pueden dispararse y provocar ansiedad, pero no por ello deja de ser una preocupación.
En cambio, las obsesiones no pretenden solucionar ningún problema, sino que ellas mismas son el problema.

Generalmente, las obsesiones suelen aparecer en la adolescencia o principio de la edad adulta, aunque también hay algún caso en niños pequeños, y pertenecen al espectro de los trastornos de ansiedad.
Es complicado que dichas obsesiones desaparezcan, o que se resuelva el problema por si solo de forma definitiva, sin un adecuado tratamiento psicológico. Además, la terapia psicológica, en algunos casos, puede ir acompañada de tratamiento farmacológico.

Es cierto, que algunas personas tienen más vulnerabilidad para desarrollar obsesiones debido a sus genes, pero acontecimientos vitales estresantes, situaciones negativas mantenidas en el tiempo, el estrés del día a día, dependencias afectivas, o la baja autoestima y la búsqueda de perfección, pueden hacer que aparezcan las obsesiones.

Las obsesiones, son pensamientos, impulsos o imágenes desagradables y/o absurdos, que asaltan nuestra mente a pesar de nuestros intentos por deshacernos de ellos provocando malestar.
En algunos casos, dichas obsesiones van acompañadas de conductas que ayudan a reducir el grado de malestar o la ansiedad cuando aparece la obsesión. En este caso, hablaríamos ya de un trastorno obsesivo compulsivo o TOC. Pero aquí y ahora nos centraremos en las obsesiones puras, es decir, sin compulsiones.

Las obsesiones o pensamientos intrusos más frecuentes suelen estar relacionados con la enfermedad, la suciedad y la contaminación, p.ej. ¿Tendré cáncer?, la agresión, p.ej. ¿Y si le clavo el cuchillo a mi novio?, estar en peligro, p.ej. ¿Y si no controlo mi cabeza y me tiro por la ventana?, o la sexualidad, p.ej. ¿Y si soy homosexual?. Pero también pueden estar relacionados con algún asunto abstracto, p.ej. Me vienen imágenes de mis órganos o del interior de mi cuerpo.

En estos casos es muy importante realizar un adecuado diagnostico diferencial, para diferenciar entre pensamientos intrusos dentro de un trastorno de ansiedad u otro tipo de patología donde toman mayor importancia este tipo de pensamientos.

Pero, ¿Qué podemos hacer si aparecen?
Lo primero es tranquilizarnos, no pensar que “nos estamos volviendo locos”, informarnos para desdramatizar la situación y ponernos en manos de un psicólogo.
Debemos de tener en cuenta, que cuanto más intentemos no pensar en ello, más pensaremos. Al decirle a nuestro cerebro que no piense en ello, ya le estamos dando importancia haciendo que se vuelvan más salientes. Debemos intentar imaginar, que nuestros pensamientos son como maletas en una cinta del aeropuerto, debemos dejarlos pasar y ya está, y por muy raros que sean no darles mayor importancia, pensar que es algo que ocurre en este tipo de problemas relacionados con la ansiedad.
Aumentando nuestra ansiedad, solo conseguiremos que aumenten éstas.

Trabajar con un psicólogo la ansiedad o cualquier otro factor o alteración de la personalidad que pueda estar manteniendo el problema, técnicas distractoras o de relajación, identificar errores de pensamiento y en general, un adecuado tratamiento psicológico, pueden ayudarnos a deshacernos tanto de las obsesiones, como de las compulsiones que en ocasiones pueden acompañar a dichas obsesiones.

domingo, 30 de junio de 2013

FÁRMACOS PARA TRATAR LA ANSIEDAD.


Cuatro de cada diez españoles ha consumido algún fármaco para tratar la ansiedad a lo largo de su vida. A su vez, la OCU alerta del elevado consumo de fármacos para tratar la ansiedad entre la población española.

De acuerdo con los resultados obtenidos en los últimos estudios, el perfil típico del consumidor de fármacos para tratar la ansiedad, es el de una mujer de unos 34 años con nivel de estudios bajo y medio.
Los motivos más frecuentes por los que consumen este tipo de fármacos suelen ser; problemas para conciliar el sueño, dificultades laborales o familiares, sucesos vitales traumáticos y motivos económicos.

El consumo de estos fármacos, suele iniciarse tras la consulta al médico de atención primaria (no médico psiquiatra) y sin que los usuarios hayan recibido la información necesaria acerca de los efectos secundarios (tales como pérdida de memoria, somnolencia diurna o riesgo de dependencia).

El Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Clínica de Reino Unido y las principales guías de práctica clínica, recomiendan como tratamiento de primera elección en los trastornos de ansiedad el tratamiento psicológico, mediante el entrenamiento con técnicas cognitivos-conductuales, frente a los fármacos.

A su vez, son de destacar los elevados niveles de malestar psicológico entre la población española, situación que hace más necesario que nunca que se implementen estrategias eficaces que puedan dar una respuesta efectiva a esta creciente demanda.

(Aída de Vicente y Susana Villamarín).
INFOCOP


A todo ello debo añadir, los perjuicios que puede suponer para algunas  personas, ser tratadas únicamente desde la perspectiva biológica. La estigmatización, una actitud pasiva debido a la confianza ciega en el fármaco, la falta de búsqueda del origen del problema, así como los efectos secundarios de algunos fármacos pueden, en algunos casos, no solo hacer que no remita la sintomatología sino que ésta aumente.
Cada día, queda más manifiesto que es necesario un enfoque multifactorial, que contextualice el malestar y la conducta, y que reconozca la complejidad de las interacciones implicadas y elaborar un sistema que tenga en cuenta el origen biopsicosocial de las diferentes problemáticas a la hora de tratar al paciente.
El sufrimiento humano es el resultado de una compleja combinación de factores psicológicos y sociales, y en un número determinado de casos también biológicos.