En
lo que se refiere a los psicólogos, siempre suele haber un aumento de consultas
tras las vacaciones.
En
concreto, en septiembre, detrás de este aumento de consultas suele estar lo que
mucha gente conoce como Síndrome Postvacacional. Dicho síndrome, se compone de un
conjunto signos y de síntomas, los cuales, entre otros, incluyen apatía,
nerviosismo, falta de concentración, déficit de comunicación, debilidad o
fatiga exagerada, irritabilidad o somnolencia, ansiedad o profunda tristeza.
En resumidas cuentas, y olvidándonos de las etiquetas que tanto nos gusta a veces emplear, es
un conjunto de sentimientos, comportamientos, formas de pensar y problemas del
día a día, que sumados todos ellos, hacen que no nos veamos con fuerzas de
afrontar el cambio.
Aunque
menos sonado, esto también suele ocurrir en Enero, aunque en menor medida, tras
el parón que se da en Navidades en algunos trabajos.
Cuando
regresas al trabajo, todo lo que has dejado aparcado, durante las vacaciones,
se acelera y se te echa encima. Además, suele haber trabajo acumulado debido a
que no lo hemos atendido por estar de vacaciones.
Que
aparezcan estos síntomas va a depender de varios factores.
Como
la carga de trabajo que se tenga a la vuelta.
Si
volvemos después de un periodo corto o largo de tiempo.
Si
disponemos de recursos para afrontarlo.
Si
nos hemos organizado antes.
A
todo esto, hay que añadir la situación actual del país, ya que se encuentra en plena
crisis, lo que añade otra serie de factores que pueden hacer que la vuelta al
trabajo se haga más dura. Algunos de estos son;
Que
muchos niños ya no comen en el comedor del colegio, dificultando así que sus
padres puedan organizarse con los horarios de sus respectivos trabajos.
Hay familias
que han veraneado en el pueblo o en casas de familiares, lo que supone una
ayuda familiar y económica, como pueda ser al ahorro en comida, y que ahora en
su ciudad deberán afrontar solos.
A
veces, las vacaciones supone controlar menos el gasto ya que estamos relajados
y desinhibidos. En estos momentos, si no nos controlamos podemos encontrarnos a
la vuelta con gastos o facturas que nos resulten difíciles de afrontar.
Además,
las condiciones de trabajo de hoy en día, con mayor número de horas de jornada
y mayor carga de trabajo por empleado, puede hacer que el cambio que supone la
incorporación al trabajo sea más brusco.
A
todo esto hay que añadir, que el estrés o la angustia por la que están pasando
millones de familias, debido a su situación actual, puede que no se ha mitigado
como otras veces con las vacaciones, haciendo que se vaya acumulando un desgaste
emocional y psicológico, que unido a esa mayor carga de trabajo, aumenta la
probabilidad de padecer algún trastorno de ansiedad o del estado de ánimo.
Hay
que tener en cuenta, que no es tanto el problema de volver al trabajo como sus
circunstancias y todo lo que rodea ese regreso. Por ejemplo; problemas sin
resolver, falta de organización, exceso de carga laboral o de jornada, desgaste
psicológico, etc…
Lo mejor es organizarse y reincorporarse siguiendo
algunas pautas:
-Incorporarse un par de días
antes aunque hagamos menos horas o incluso pasar solo a saludar, sirve para ir
teniendo un primer contacto. De esta manera podremos poco a poco ir cambiando
el “Chip” y es una forma de irnos acercando de manera gradual. Además nos puede
servir para, ver la carga de trabajo con la que nos vamos a encontrar, poder
organizarnos y planificarnos, etc…
-No regresar justo el día de
antes de empezar a trabajar. Así tenemos tiempo para adaptarnos a la situación
y comenzar una vida más rutinaria. Poder deshacer maletas, organizarnos en
casa, hacer alguna compra etc… requiere de tiempo del que podemos disponer si
volvemos un par de días antes.
-Regular los horarios de comidas
y sueño unos días antes. Así evitaremos problemas a la hora de iniciar el sueño
antes de lo acostumbrado y podremos madrugar habiendo descansado lo suficiente.
-Hacerse un pequeño planning o
repasarlo unos días antes, también nos ayudará para organizarnos e ir cambiando
el “chip”. Así el cambio no será tan brusco y nos puede servir también para
evitar la sobrecarga de los primeros días al tener ya todo planificado.
-Añadir pequeños objetivos nos
motivará y nos proporcionará ilusión.
También podemos aprovechar para reflexionar
y proponernos cambiar formas de trabajar u organizarse que no nos resultaban
cómodas o eficientes.
Si
a pesar de seguir estos consejos seguimos sintiéndonos con malestar, tendremos que
acudir a un psicólogo, para descartar que hubiera cualquier otro problema que
estuviera siendo fuente de alimento de dicho malestar, y en caso de que fuera
necesario, que nos ayude a tratar la sintomatología y a trabajar en el origen
de la misma.